Sonó a lo lejos una campana,
canta y baila la vieja cada mañana,
Esta vez grita al cielo su gran dicha a pleno canto,
de tu venida, de tú encanto,
de tus visitas, que se aparecen
de tanto en tanto.
Vocifera fuerte la vieja campanada,
que viene un sol ingresando a su morada.
Es una princesa la que se avecina,
la gente habla desde hace meses de su visita.
Dicen que es un ángel,
que brilla en cada esquina,
que no camina, vuela,
y hasta huele a rubí esta señorita tan querida,
Dios me libre señorita de sus encantos,
de su sonrisa, de su piel y de su manto,
Me libre de la desdicha de la herida,
de verla avanzar por los ríos de la alegría,
con otro ser que se adueñe de su regazo,
de su rubor, de su pasión, de sus fracasos
Me libre el mundo de verme despechado,
y así lanzarme desnudo al hoyo de vivir la vida de otros enamorados,
Me haga sigiloso para llorar su entrada a mi vida,
y sabio para comprender tan rápida salida
Me tenga libre de sus temibles lanzas,
lejano a sus azules ojos me traspasen en este día,
que asalten con un hechizo desalmado el alma mía
y dejen a esta pobre presencia envenenada,
con su altura, su presencia, ese azar en su mirada,
Señorita, pase por mi vida sin dejar huella,
se lo pido a mi Señor que me consuela,
Váyase de acá, hoy es el día de su casamiento,
Señorita mía libere a este servidor de este cáliz, de su tormento,
Lárguese no quiero tenerla como prisionero,
en mi corazón de viejo marinero,
Sea feliz, señorita, mejor no haberla conocido,
y sólo enamorarme de sus historias, de sus leyendas,
y yo seguir viajando en el perderse de su encuentro
rondando por los mares de mi locura,
revisando los recuerdos de la cordura,
No vuelva ya, mejor no conocerla,
es mejor no sepamos de su paradero,
Señorita, seguiremos pastando en torno a su misterio
y así quererla como quieren las estrellas,
mirando hacia la nada,
con la calma de entregarse al espacio que es eterno...
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