"...Cuando escuchó eso, se recordó el día en que ella la miró con dulzura tres veces. La primera vio el sol. La segunda vio la luna, y la tercera se vio a ella misma. A ella misma y a todas las mujeres que alguna vez pudiesen haber existido. Miró a las madres, las esposas, las reinas, las vírgenes, las putas, las golpeadas, las humilladas y las ensalzadas. La miró a ella y las vio a todas ellas. Se sentó un momento y agradeció al cielo ser mujer. La sujeto en sus brazos y rozando el labio a la oreja, con ternura, como abrazándola con sus palabras, le dijo: "No tengas miedo en sufrir, no tengas miedo en llorar, sólo aprende a besar, practica el amor y no olvides rezar...que si en tus ojos estuvo el inicio, en tu corazón ha de estar el fin...se libre y resuelta, se viva y fugaz, y aprende que si el mundo no te entiende todavía es porque demasiado divino haz sido en tu caminar"... "
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